«Ok, Google (y experto del lenguaje humano)» debería ser tu nueva forma de activar el asistente de voz. Es que la compañía admitió que el 0,2% de las conversaciones son escuchadas por personas, en una publicación en su blog oficial. Si pensás que es un cifra muy baja como para preocuparte, trataremos de explicarte por qué está mal igual.
Todo comenzó con un informe en un programa de TV belga, que obtuvo más de un millar de conversaciones filtradas por uno de los expertos que la empresa había contratado en ese país. Los audios estaban en neerlandés y el empleado había sido contratado para escuchar segmentos de estas conversaciones y «comprender las particularidades y acentos de cada idioma específico».
En los términos y condiciones del servicio se indica que las conversaciones serán almacenadas, por lo que allí no debería haber demasiadas sorpresas. Ahora bien, lo «curioso» es que no solo hay una escucha por parte de robots, orientada a mejorar la inteligencia artificial, sino que hay personas reales oyendo lo que hablamos con el asistente de voz -tanto del celular como en los dispositivos hogareños-.
De acuerdo al texto publicado por Google, «como parte de nuestro trabajo para desarrollar esta tecnología en varios idiomas, nos asociamos con expertos del lenguaje alrededor del mundo que comprendan los acentos y matices específicos de cada idioma. Ellos revisan y transcriben un pequeño puñado de consultas para ayudarnos a entender mejor los lenguajes«. «Es una parte crítica del proceso de construir tecnología vinculada al habla y es necesaria para crear productos como el asistente de Google», añadieron.
La primera pregunta que nos viene a la mente es: si es una parte fundamental, ¿por qué no está escrita, señalada y hasta recordada cada vez que usamos el asistente? No es un detalle menor que un tercero esté activamente escuchando (y transcribiendo) una conversación que tenemos con el asistente; vulnera nuestro derecho a la privacidad, sin importar el contenido del diálogo. Ahora bien, la empresa señala que los fragmentos de conversación escuchados son anónimos, con lo cual los expertos desconocen a los interlocutores ya que no se asocia el audio a una cuenta de usuario. Sin embargo, «en las grabaciones se podían escuchar claramente direcciones y otra información sensible», por lo que el programa pudo contactar a algunos de los usuarios, que confirmaron la veracidad del material.
El otro descubrimiento importante de este informe fue que, de las mil conversaciones obtenidas, 153 no habían activado el asistente de voz. Exacto: no deberían haber sido grabadas. Esta funcionalidad de Google es bastante sensible, con lo cual se activa ni bien considera que alguien dijo las palabras mágicas («Ok, Google») o si alguien aprieta por error algún botón. Así, los periodistas se encontraron con conversaciones de dormitorio, charlas entre padres e hijos o llamados telefónicos con demasiada información personal. Es lógico, se supone que no debería quedar registro.
Como toda respuesta, la empresa no solo señaló la importancia de esta tarea sino que aseguró que tomará las medidas necesarias para «prevenir que esta mala conducta vuelva a repetirse». Esto, por supuesto, hace referencia al experto que «violó las políticas de seguridad de la información al filtrar el material». Además, aclaró que los asistentes de voz hogareños tienen una luz que parpadea al activarse, la que definen como «un claro indicador»; al tiempo que señalan que los usuarios tienen la posibilidad de controlar los datos almacenados en sus cuentas: «pueden desactivar la opción de grabado o elegir borrar automáticamente los audios cada 3 o 18 meses». «Siempre trabajamos para mejorar la manera en la que explicamos nuestra configuración y prácticas de privacidad a la gente, y revisaremos las oportunidades para clarificar aun más cómo se usan los datos para mejorar los asistentes de voz», concluyeron. Es posible que, con este informe, pronto haya una actualización en estas políticas de privacidad.