La utopía de la internet libre, de un lugar que careciera de los mecanismos de control de las sociedades, está cada vez más lejos. De hecho, hace nueve años que, de forma consecutiva, caminamos en la dirección contraria. Así lo afirma Freedom House, una ONG estadounidense cuya función es observar la expansión de la libertad y la democracia en el mundo.
«La crisis de las redes sociales. Lo que otrora fue una tecnología liberadora se ha transformado en un conducto para la vigilancia y la manipulación electoral«. Con esta frase comienza el informe «Libertad en internet 2019», que puede leerse completo aquí. Allí se señala que las tácticas y herramientas del autoritarismo digital se expandieron rápidamente alrededor del planeta e invadieron las redes sociales, convirtiéndolas en «instrumentos para la distorsión política y el control social».
De los 65 países involucrados en este estudio (que concentran el 87% de los usuarios de internet en el mundo), 33 decayeron en términos de libertad en internet desde junio de 2018, mientras que solo 16 registraron una mejoría. Los declives más pronunciados se dieron en Sudán y Kazajistán, seguidos por Brasil, Bangladesh y Zimbabwe; al tiempo que el crecimiento, aunque marginal, se notó en Etiopía, Malasia y Armenia. A pesar de esto, China reafirmó su lugar por cuarto año consecutivo como el peor país del mundo en términos de libertad de internet. Islandia, por su parte, obtuvo la distinción del mejor protector de libertad en internet del planeta.
La ONG reconoce en los inicios de estas plataformas un intento por convertirse en escenarios que balanceen la discusión cívica. Sin embargo, «regímenes represivos, titulares electos con ambiciones autoritarias y agentes partidarios inescrupulosos» explotaron estos lugares desregulados y expusieron a los ciudadanos a una campaña sin precedentes en contra de las libertades fundamentales.
¿Cuál es la sintomatología de este diagnóstico? La desinformación. El reporte indica que líderes políticos emplearon gente para moldear las opiniones online de forma subrepticia en 38 de los 65 países estudiados, un nuevo récord. Y esto es posible, en parte, gracias a las redes sociales, que se constituyen en una herramienta «extremadamente útil y barata para la influencia maligna». En este aspecto también se encuentran los bots y los trolls, cuentas fraudulentas destinadas, entre otras cosas, a exacerbar las fake news.
De acuerdo a lo observado, también creció la influencia internacional -que capturó la atención allá por 2016, con la interferencia rusa en las elecciones presidenciales en Estados Unidos-. En este sentido, las autoridades de China, Irán y Arabia Saudita (entre otros países) aumentaron sus esfuerzos para manipular el mundo online e influenciar los resultados políticos en el último año. Esto sucede debido a la imposibilidad de los estados democráticos de lograr procesos electorales transparentes y de volcar esto a la esfera digital.
Freedom House también pone el foco en la recolección de datos de poblaciones enteras que las redes sociales han facilitado. En consonancia con esto, las herramientas de vigilancia masiva son mucho más fáciles de adquirir y ejecutar. «Nuestra investigación indica que muchos gobiernos represivos están adquiriendo instrumentos de vigilancia en redes que emplean la inteligencia artificial para identificar posibles amenazas y para silenciar expresiones indeseadas. El monitoreo masivo se expande incluso en democracias y se utiliza con nuevos fines y sin las garantías adecuadas», advirtieron. ¿A qué conduce esto? Pues a que 47 de los 65 países analizados hayan registrado arrestos de usuarios por discursos políticos, sociales o religiosos. Además, 40 de estas naciones cuentan con programas avanzados de vigilancia en redes sociales, lo que significa que el 89% de los usuarios de internet (3 mil millones de personas) están siendo monitoreados. Con lo cual, se ve un abuso sobre las libertades civiles y un achicamiento del espacio digital para realizar ciberactivismo.
¿Qué podemos hacer frente a esto? La ONG entiende que «la libertad de internet descansa en nuestra habilidad para arreglar las redes sociales» y aquí apunta directamente a Estados Unidos: la mayoría de las plataformas surgen allí, con lo cual la situación actual es producto de una negligencia de ese país y debe ser quien encabece la defensa de una internet libre. El momento de accionar es ahora, dado que el surgimiento de nuevas tecnologías -como la biometría y la inteligencia artificial- trae tanto nuevas oportunidades para el desarrollo como desafíos para los derechos humanos.
Entre las recomendaciones proporcionadas por la Institución se encuentran:
- Asegurar la transparencia en los procesos electorales mediante el control de la publicidad política, accionar sobre el uso de bots y proteger las elecciones de ciberataques mediante el empleo de boletas de papel y la realización de auditorías.
- Regular de forma estricta el uso de herramientas de vigilancia en redes sociales y la recolección de información por parte de los organismos de gobierno y seguridad.
- Tener una legislación robusta en materia de privacidad de datos (desde el Estado) y, para los privados, asegurarles a los usuarios el control de su información personal y evitar su uso malintencionado.
- Entrenar a los ingenieros y técnicos en derechos humanos y en buenas prácticas internacionales, para conocer las implicancias que puedan tener sus productos y prevenir su abuso.