Si nos piden que digamos lo primero que nos venga a la cabeza al leer “software libre”, es posible que la palabra que aparezca sea Linux. Y no estaríamos equivocados: se trata de un sistema operativo confeccionado por voluntarios y, a su vez, de una base utilizada en numerosos desarrollos presentes en dispositivos que usamos cotidianamente. En este “Qué es” hicimos una introducción al mundo del open source y aquí hablaremos de sus aplicaciones.
En principio, para ser abierto, un software tiene que cumplir con algunos requisitos. Lisandro Pérez Meyer es profesional de apoyo a la investigación de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires, miembro del Grupo de Microelectrónica en la Universidad Nacional del Sur (Bahía Blanca) y, en sus tiempos libres, parte del equipo de mantenimiento de bibliotecas de Debian. Al consultarle por estas características, explicó:
“El software es como una torta: el código fuente es la receta, por sí mismo no hace nada pero nos dice cómo hacer la aplicación que correrá en la computadora. El compilador es el cocinero mezclado con el horno: toma esa receta (el código fuente), hace la mezcla, la hornea (compila) y obtiene la torta (es decir, el código binario que le permitirá entender a la computadora lo que tiene que hacer). El software propietario te da la torta hecha, sin decirte cómo hacerla; el abierto te da ambas cosas: la torta y la receta”.
Herramientas como Instagram, Adobe Photoshop, Google Chrome y el sistema operativo de Apple nos ofrecen la torta pero desconocemos cómo es que están hechas, por lo que es casi imposible no solo reproducirlas sino auditarlas (algo que impacta, por ejemplo, en cuestiones de privacidad y seguridad). Sin embargo, hay otros desarrollos que ofrecen ambas cosas: el producto final, para los que deseen utilizarlo, y el código (para aquellos interesados en estudiarlo o modificarlo). Y estos, aunque no lo sepamos, están muy cerca de nosotros.
Empecemos por el lugar más obvio: los celulares. “La gran mayoría de las personas tienen un teléfono Android, que usa Linux, es decir que se basa en software open source”, señaló Victoria Martínez de la Cruz, Sr. Software Engineering, Team Leader de Red Hat Argentina y fundadora de LinuxChix Argentina. “Las SmartTV, las laptops, los autos con pantalla, los lavarropas inteligentes y las pantallas de los aviones son otros ejemplos que parten del código abierto”, añadió Ezequiel García, Principal Engineer en Collabora.
¿Cómo lo hacen? Aleix Pol González, desarrollador de software en BlueSystems y presidente de la KDE (una comunidad internacional que desarrolla software libre) lo detalló claramente: “El desarrollo de estos dispositivos se hace en capas, como una cebolla: primero el kernel [algo así como el corazón de un sistema operativo, que permite que el dispositivo funcione], luego las aplicaciones y por último el logo del fabricante”. Sin embargo, a pesar de emplear elementos abiertos, en muchos casos los usuarios no tienen la libertad de modificarlos. “Esto es porque la mentalidad que es parte constitutiva del open source aun no llega en su totalidad a los manufacturadores”, puntualizó el Presidente de la KDE, entonces toman desarrollos existentes, les agregan un plus propio, crean un nuevo producto pero no lo liberan con una licencia permisiva sino cerrada. “Algunos dejan de emplear software libre más afuera o más adentro de esta cebolla, pero siempre está”, completó.
Otro espacio conquistado por el software open source es el de los servidores. “Buena parte de las herramientas abiertas las vemos no viéndolas, porque eso es lo que tienen que hacer. Más de la mitad de los servidores del mundo corren en alguna variante de Linux. La gran mayoría de los sitios web están alojados en servidores que utilizan Linux”, agregó Pérez Meyer. “También está en los routers o módems que nos entregan los proveedores de internet. Básicamente, todos los dispositivos que no son computadoras de escritorio o notebooks a la larga están corriendo software libre”, completó. Además, se convirtieron en el estándar de los sistemas embebidos. “Si en algún momento existió algún tipo de batalla entre el open source y el software propietario, en muchos mercados el primero ganó y eso es irreversible”, sentenció García.
Finalmente, Celia Cintas, doctora en Ciencias de la Computación y miembro de LinuxChix, destaca su aporte en ciencia: “Por un lado, es fundamental la expansión del Stack Científico de Python [un lenguaje de programación con un entorno de trabajo abierto a las comunidades], que fue central en todo el estudio de ondas gravitacionales, por ejemplo. Por otro, cada vez es más común que, junto con un paper, se publique el código para poder reproducir los resultados”. Esto tiene numerosas ventajas, entre ellas la experta enumera la confiabilidad que le brinda a los trabajos, al tiempo que acelera muchísimo el proceso de generación de conocimiento. “Antes pasabas meses intentando replicar los resultados y ahora tenemos no solo el código sino también las guías para ejecutarlo, algo que no se puede ni pensar si se usara software privativo”, concluyó.
Así que, si creíamos que el software libre solo estaba diseñado para un grupo reducido de personas, con esto nos daremos cuenta no solo de que estábamos equivocados sino de que nosotros mismos somos usuarios. Cada vez que tu aire acondicionado te salude al encenderse, que tu teléfono Android inicie o que busques un sitio web, ahora sabemos que, aunque cerrados, esos productos derivan del trabajo open source.
Esta nota es parte de una serie de artículos acerca del mundo open source. Acá están los restantes: «Qué es | Open source: introducción al mundo de la colaboración», “Tres mitos del software open source: especificidad, rentabilidad y confiabilidad” y «Cuatro desafíos del software open source».
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[…] El software libre está en todos lados. Lo tenemos en nuestros teléfonos Android, en las SmartTV, en los autos con pantalla y detrás de casi todas las páginas webs que visitamos. Tim Berners-Lee, el inventor de la World Wide Web, señaló que proyectos como el open source “eran los tipos de herramientas constructivas que esperaba que surgiesen de la web”. Sin embargo, a 37 años de acuñado el término “free software”, aun está rodeado de preconceptos, mitos y hasta algunos prejuicios. […]
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